La isla de las fantasías y la revolución ciudadana



El avión jefe, el avión seguro fue la frase que se escuchó aquel día con la llegada del tirano Rafael Correa al aeropuerto de Guayaquil, llegada por cierto que tuvo que realizarse en medio del casi hermetismo y con una salida por parte del ex mandatario que asemejaba haber salido por la ventana y no llegar por la puerta grande, pues en este terruño nadie lo quiere. Sin embargo, mis reflexiones de hoy no van por esa línea, hoy me pregunto ¿cuál de los dos Lenín o Correa en realidad cree que aquí sus fantasías se harán realidad?

Los revolucionarios viven al momento una aparente disputa, pero no de fondo como bien aclarara desde el principio el propio Lenín Moreno, en lo que en realidad no concuerdan es en ¿quién realmente tiene el poder? El primero, Lenín Moreno conoce que su legitimidad no es tal. Toma el poder en medio de la oscuridad de un apagón informático, llega a éste con ¾ partes de una herencia maldita tanto por la crisis que hereda, como por el equipo que recibe y sin embargo, lo que le preocupa no es enderezar lo ya torcido por Alianza País durante la década espantosa, su preocupación es tomar el poder, sí en todo el sentido de la palabra y para ello debe acabar (al menos aparentemente) con el líder de la banda y por supuesto, con sus sumisos aliados.

En la otra esquina está el mandatario más acomplejado, resentido, ególatra y perdido que ha tenido tierra ecuatoriana, cuyos destrozos aún pagamos y seguiremos pagando por algunas generaciones, sin embargo, para continuar con el paralelismo de la isla de la fantasía (y que me disculpen los productores de tan extraordinaria serie de los años setenta) supongo que éste último, cree realmente que aquí se harán realidad. En ella, es decir en su fantasía, la gente llega a recibirlo cual mesías bajado del cielo, los sumisos llegan con oro, incienso y mirra, la estrella de diciembre va señalando el camino de su aparición y finalmente, todos llegan a adorarle (que casualidad que estemos a puertas de diciembre), pero la realidad pasa por otro lado, llegó por la ventana, la gente de Guayaquil quería arrastrarlo y en el resto del Ecuador sucede igual, a sus manifestaciones no va nadie y tal es así, que sí fuese de otra manera ya lo habrían publicitado, recuerden que si de algo sabían los revolucionarios verdeflex era de propaganda, aunque esta nunca reflejara la realidad.

Finalmente, ninguna de las dos fantasías se hará realidad. A Lenín Moreno preocupado por la toma del poder, éste le será esquivo aún ganando la consulta popular, pues la única forma de legitimar su mandato no será solo cambiando las formas, sino también cambiando el modelo. Lo que equivaldría a sostener que declare ya no ser ni socialista, ni revolucionario. Sencillamente no puede, por las mismas razones por las que no puede ser culpado Glas de todo lo que se le acusa, porque también tiene rabo de paja; y, por otro lado, al mesías del pueblo sumiso sólo le queda el olvido, y reconocer que en este país sus fantasías ya no tienen ninguna oportunidad. Aprovecho estas líneas para indicarle a este último, que me gustaría verlo vacacionando junto a aquel por el que ponía las manos al fuego.

Seguimos conversando,


Joselo Andrade Rada

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